El Secretario del Consejo de Administración de la Fundación Populorum Progressio, el Doctor Juan Vicente Isaza, recibió el 22 de junio la condecoración enviada por Su Santidad Papa Francisco, ‘Orden del Papa San Silvestre’ como reconocimiento a sus servicios prestados a la Iglesia, entre ellos los 18 años de trabajo en la Fundación.
La celebración se llevó a cabo en la Nunciatura de Colombia en la ciudad de Bogotá, con la presencia de S.E. Monseñor Ettore Balestrero, Nuncio Apostólico de Colombia, S.E. Monseñor Edmundo Abastoflor Montero, Presidente de la Fundación y Arzobispo de la Paz (Bolivia), S.E. Monseñor Antonio Arregui, Vicepresidente de la Fundación y Arzobispo de Guayaquil (Ecuador), S.E. Monseñor Óscar Urbina Ortega, miembro del Consejo de Administración y Arzobispo de Villavicencio (Colombia), Monseñor Segundo Tejado Muñoz, Subsecretario del Pontificio Consejo Cor Unum y familiares del Doctor Isaza.
Su trabajo en la Populorum Progressio, comenzó en el mes de julio del año 1998, durante la reunión anual del Consejo de Administración realizada en Oaxaca, México. S.Em. Monseñor Paul Josef Cordes, quien en ese entonces sería Presidente del Pontificio Consejo Cor Unum y Presidente de la Fundación Populorum Progressio, presentó al Doctor Juan Vicente, laico, casado, con una trayectoria de compromiso cristiano, como nuevo Secretario Ejecutivo del Consejo de Administración de la Fundación, aprobado por unanimidad por todo el Consejo.
Desde entonces, el Doctor Isaza ha trabajado por el progreso de nuestras comunidades más pobres de América Latina, cumpliendo con la labor encomendada por Pablo VI y San Juan Pablo II de “redoblar los esfuerzos y la solidaridad en favor del desarrollo integral de los indígenas, campesinos y afrodescendientes latinoamericanos más necesitados”.
“La invitación al servicio posee una peculiaridad a la que debemos estar atentos. Servir significa, en gran parte, cuidar la fragilidad. Servir significa cuidar a los frágiles de nuestras familias, de nuestra sociedad, de nuestro pueblo. Son los rostros sufrientes, desprotegidos y angustiados a los que Jesús propone mirar e invita concretamente a amar. Amor que se plasma en acciones y decisiones. Amor que se manifiesta en las distintas tareas que como ciudadanos estamos invitados a desarrollar”.
